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Cómo tener una conversación valiente en un grupo pequeño o la escuela dominical

A la mayoría de nosotros nos enseñaron de niños a evitar hablar de política y religión. Últimamente, sin embargo, parece imposible evitar hablar de cualquiera de los dos temas. Las elecciones presidenciales de 2020 han terminado, y han expuesto cuán fracturados, temerosos y divididos estamos como nación. La realidad, para la mayoría de los grupos pequeños ha descubierto que cuando hablan de religión la política termina siendo parte de la conversación. ¿Cómo participamos en conversaciones saludables que nos acercan más a Dios en un ambiente tan políticamente cargado? Aunque, a menudo, se ve como un respiro de la maldad política, la iglesia puede servir como el mejor lugar para estas conversaciones polémicas.

Nuestra cultura se ha enfermado gravemente con el prejuicio de confirmar ideas previas, y con demasiada facilidad nos rodeamos de fuentes que solo alimentan nuestras opiniones y parcialidades. A menudo, nuestros prejuicios son subconscientes. Los programas de rastreo del internet monitorean de cerca a todo lo que damos clic y vemos, y nos brinda más «noticias» de acuerdo con nuestras creencias.

Se necesita valentía para entablar conversaciones, cuando sabemos de antemano que podemos habrá desacuerdos. Sin embargo, si podemos ser valientes y entablar esas conversaciones, a menudo, descubrimos que tenemos metas similares, pero con planes muy diferentes para lograr esas metas. Como líderes en la iglesia, ¿cómo planificamos y facilitamos estas conversaciones valientes?

En primer lugar, usted debe establecer una estructura. Una buena estructura debe incluir un pacto de grupo, un facilitador/una facilitadora de confianza y un plan para la conversación. El pacto grupal proporciona las reglas básicas para la conversación, y fomenta una cultura de respeto y espacios seguros. Hay varios ejemplos de pactos para grupos pequeños disponibles aquí, o puede crear el que se ajuste a su contexto. Cualquiera que sea el pacto que elija, asegúrese de transmitir estas ideas clave: respeto por cada participante, compromiso de escuchar y disposición para aprender.

Parte de la condición humana es el deseo subconsciente de confirmar creencias previas. Por definición, aprendemos solo al encontrar nuevos pensamientos e ideas. El aprendizaje, un aspecto clave para ser un discípulo/una discípula, requiere la voluntad de examinar de cerca (e incluso dejar de lado) nuestras suposiciones y prejuicios para seguir a Cristo más plenamente. Eso no significa que simplemente aceptemos lo que se comparte. Más bien, podemos llegar a apreciar una perspectiva o experiencia diferente, ya sea que decidamos incorporar esas creencias o no. Como pastores nombrados para toda la comunidad, estas experiencias conducen a un mayor conocimiento de las realidades de racismo, sexismo y pobreza que existen en nuestras comunidades. Aprendemos porque entablamos conversaciones con personas que experimentan racismo, sexismo y pobreza.

Quien facilite la conversación debe gozar de la confianza del grupo. Debe tener claro cuál es su papel cuando se reúne el grupo. Si bien el facilitador o la facilitadora puede tener opiniones sobre un tema, no se debe percibir que apoya a un lado o al otro. Más bien, está allí para garantizar que todas las partes estén representadas de manera justa, y que se cumpla el pacto. El facilitador o la facilitadora les recuerda a los miembros del grupo sobre el pacto que han acordado, y permanece tranquilo, sin importar cuán ansiosos se pongan los demás.

El plan para la conversación también es esencial. Dicho plan puede incluir discusiones con todo el grupo, tiempo en grupos pequeños, oración y silencio. Aquí se pueden encontrar varios ejemplos de métodos de conversación.

No pase por alto la importancia de las presentaciones en sus planes. Asegúrese de que los participantes tengan tiempo para conocerse unos a otros. Es importante que cada participante vea a los demás como seres humanos con esperanzas y temores, no como «el enemigo/la enemiga». Existen numerosas técnicas para manejar las presentaciones. Usted querrá personalizar este tiempo relacional, dependiendo de si tiene un grupo que se reúne una vez o continuamente.

En segundo lugar, los miembros del grupo deben comprometerse a escucharse unos a otros de manera profunda y activa. Frecuentemente, pensamos que estamos escuchando cuando en realidad solo estamos esperando nuestro turno para hablar. Escuchar profundamente requiere que adoptemos una postura de curiosidad o de aprendizaje. Cuando alguien dice algo que no entendemos o que nos enoja, ese es precisamente el momento que puede ser clave para nuestro crecimiento. Es un momento crucial, porque puede conducir a la hostilidad y a la división o al crecimiento, tanto para el individuo como para el grupo.

Antes de responder o buscar ser entendidas, las personas deben: «Buscar primero entender».[i] Esto significa escuchar con atención y hacer preguntas. Trate de comprender la posición y las creencias subyacentes de la otra persona lo suficientemente bien como para poder reafirmarlas de manera integral. ¡Curiosamente, este es el mismo consejo que los pastores damos, a menudo, en la consejería matrimonial!

Cuando estos momentos potencialmente divisivos ocurran en su grupo, resista la tentación de debatir. Profundice y haga una pregunta en su lugar: «¿Qué te hace sentir de esa manera?». O, «¿Puedes ayudarme a entender por qué piensas eso?». Una vez que la conversación se haya desarrollado más, puede ser útil para el facilitador/la facilitadora reafirmar la posición que inició la división. Mejor aún, el facilitador podría pedirle a alguien con una postura diferente que exprese la posición.

Tercero, cree un espacio para ser valiente. La forma en que se configura su espacio es importante. Un salón de clases con un podio al frente implica que el poder lo tiene quien esté en el podio. Si es posible, organice los asientos en un círculo o un cuadrado, para que puedan hacer contacto visual entre unos y otros. Esta configuración de los asientos transmite una sensación de igualdad para quienes participan en la conversación.

Las imágenes también son importantes. Haga dos reproducciones grandes del pacto del grupo en cartulinas u hojas adhesivas para rotafolios. Colóquelos en paredes opuestas para que cada participante siempre pueda ver el pacto, sin importar dónde se siente. Esto ayudará al facilitador/la facilitadora a mantener a todos enfocados, y será un recordatorio visible para todos sobre las «reglas básicas» de la conversación.

De manera similar, use cartulina u hojas de rotafolio para colocar algunos pasajes de las Escrituras relacionados con la unidad en Cristo. Dos pasajes útiles de las Escrituras son Santiago 1:19-20 y Gálatas 3:26-28. Incluso esté dispuesto a contextualizar Gálatas 3:28 al agregar al texto: «demócratas o republicanos, liberales o conservadores».

Mientras escudriñamos juntos las Escrituras, adoramos juntos, oramos juntos, recibimos los sacramentos juntos y entablamos un diálogo honesto entre nosotros, podemos descubrir prejuicios subconscientes. Descubrir un prejuicio subconsciente puede ser una experiencia esclarecedora y acogedora para algunos. Puede ser una experiencia traumática y caótica para otros. Aquí es donde la creación de espacios para ser valientes en las conversaciones fomenta un entorno de crecimiento. Cuando los adultos pueden experimentar momentos de vulnerabilidad – donde sus suposiciones pueden quedar expuestas– esa es la principal oportunidad para el aprendizaje y el discipulado reales.

Yo (Chris) recuerdo vívidamente uno de esos momentos hace treinta años. Un compañero de trabajo afroamericano estaba en una cita romántica con su esposa, cuando la policía lo detuvo y lo trató con rudeza. Recientemente, había ocurrido un robo de auto, y esta persona fue detenida porque era un hombre negro que conducía un buen auto. La policía se dio cuenta de su error después de unos minutos y se disculpó, pero no hace falta decir que este mal rato arruinó la cita. Escuchar esa historia me ayudó a darme cuenta, por primera vez, de que no todos somos tratados de manera equitativa y justa, a pesar de nuestras muchas leyes. Murió en mí una suposición falsa, pero ocurrió un crecimiento real en mi vida.

Una palabra final

Hablar de política en nuestro país partidista y dividido puede ser arriesgado. Tomarse el tiempo para ser deliberado e intencional en la creación del entorno adecuado para la conversación, puede contribuir, en gran medida, a preparar el escenario para el aprendizaje y el crecimiento. Este trabajo importante puede traer sanidad a los lugares de división. Los grupos pequeños y las clases de la escuela dominical son lugares ideales para tener conversaciones valientes. Jesús oró para que sus seguidores fueran conocidos por cómo amaban. ¡Qué nos podamos tratar los unos a las otras de tal manera que se cumpla la oración de Jesús!


[i] Hábito #5 del libro: Los 7 hábitos de la gente efectiva, Ed. revisada y actualizada, por Steven Covey (Biblioteca Covey, 2015), p. 35.


Coautores:

Revdo. Chris Barbieri, ministro diaconal de la Conferencia Anual Georgia Norte. Actualmente, se desempeña como pastor interino de St. Andrews UMC, en Carrollton, Ga.

Rev. M. Scott Hughes, director, Discipulado para Adultos, Ministerios de Discipulado.

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