Okanogan UMC: Trabajo ministerial del laicado con la población migrante latina
Por la Revda. Patricia Peña y Alma W. Pérez
Para honrar el Mes de la Herencia Hispana en Ministerios de Discipulado, destacaremos el impactante ministerio de varias comunidades latinas dentro de nuestra conexión metodista unida. Hoy resaltamos el trabajo ministerial del laicado con la población migrante latina en Okanogan. A continuación, una breve entrevista a sus pastores laicos Antonio y Guadalupe.
¿Cómo comenzó este ministerio?
Nuestro ministerio comenzó al ver la necesidad de un servicio en español, ya que en el distrito Seven Rivers, en el condado de Okanogan no había una iglesia metodista unida que ofreciera servicios en español. Actualmente tenemos nuestro servicio bilingüe, el cual es una bendición.
¿Cuáles han sido los desafíos que han tenido que enfrentar?
Al principio uno de los retos fue el idioma, porque unos miembros solo hablamos y entendemos español; otros solo inglés. Además al no tener asignado un pastor, los líderes nos turnamos para predicar.
La solución para el reto del idioma fue escribir y traducir el sermón usando Google Translator. Un líder revisa la parte en inglés y la leé, y otro se encarga de la versión en español. De ese modo hemos permanecido juntos.
¿Cuáles han sido algunas de las satisfacciones experimentadas?
Una de las satisfacciones más grandes ha sido el amor que nos une sin importar nuestras diferencias – idiomas, edades y culturas. Cuando ayudamos a las personas sin hogar, las cuales la mayoría en nuestra área son personas blancas, se asombran al recibir ayuda de personas latinas. Recuerdo que en una ocasión una de estas personas, después de un evento de Navidad, regresó a la iglesia tan cambiada que no podíamos reconocerla. Su cambio llenó de gozo nuestro corazón.
Cómo hispana recordé que yo también me quedé sorprendida de ser recibida con amor por personas blancas, porque la mayoría de las veces pensamos que seremos rechazados no solo por ser inmigrantes, sino también por nuestra apariencia hispana. Pero no todas las personas son iguales.
El ser recibida con amor me ayudó a sentirme más segura y confiada; de que hay personas en las que puedo confiar, y si tuviera que enfrentar una deportación, mi familia y yo no estaríamos solos, y mis hijos no quedarían Desamparados. Pero además al conocer más a las personas, me di cuenta que la mayoría somos migrantes, ya sea porque en el pasado emigraron sus abuelos, padres o ellos mismos.
Creo que la mayoría emigramos buscando un futuro mejor para nosotros, pero sobre todo para nuestros hijos. Sacrificamos el estar lejos de nuestra familia, porque en ocasiones ya no volvemos a ver nunca más a nuestros seres queridos, porque han fallecido y no pudimos estar ahí o porque regresan a su país, pero en un ataúd.
¿Cuáles son sus recomendaciones para trabajar con la población hispana migrante?
El trabajar con personas inmigrantes requiere de amor y paciencia. Porque no es fácil confiar en las personas, ya que como migrante se sufre soledad, maltratos, abuso y rechazo. En el área donde hay más necesidad es en el ministerio de sanidad, en el cual estamos haciendo lo mejor que podemos para ayudar a las personas en lo que podamos.
Artemio y Guadalupe somos una pareja originaria de México, tenemos un hijo y tres hijas. Juntos tenemos cinco años sirviendo como líderes en Okanogan UMC, actualmente somos estudiantes del curso de estudio, en SMU Perkins School of Theology. Nos gusta ayudar a las personas en nuestra comunidad.
Proyecto conjunto por la Revda. Patricia Peña, directora, Diversidad y Alcance Innovador a la Comunidad y Plantación de iglesias (Path1), y Alma W. Pérez, directora, Desarrollo de Recursos para los Ministerios Hispanos/Latinos (Vitalidad Congregacional y Discipulado Intencional), Ministerios de Discipulado, Iglesia Metodista Unida.
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