The Pentecost Challenge: 'What Now' Sermon Starters
By Ophelia Hu Kinney
(Note: Scroll down to read a Spanish translation of this article.)
Scripture: Ezekiel 37:1-14
Pentecost comes on the heels of What Now – in the aftermath of the Christ having been taken from this earthly realm, first by human violence, and then a second time by his own agency.
Thousands of years later, we still live in the what now. What now, as the Christ is taken from our midst in the form of queer, trans, immigrant, and POC (people of color) lives dimmed, shortened, incarcerated, vanished? {Our lives.} What now, in this mixed and ordinary season of both hope and fear, both right-now and what-is-to-come?
In the ligaments between this week’s scriptures are the Spirit’s rumors of new and unexpected life. This week, we are faced with the task of breathing new life into a world and church that are both not-yet-born and yet in need of resuscitation. What we need is beyond words – "unexpressed groans" that follow the Spirit’s.
The field of epigenetics is filling in with research about how trauma is passed along generations. Descendants of Holocaust survivors and survivors of China’s Cultural Revolution, for example, have been observed to have inherited their ancestors’ emotional wounds. But it may be that they have also inherited their resilience, survival tactics, courage, and more. Even among the dry bones of our ancestors, the Spirit calls us to witness new life come forth – to bathe in new life, to be new life. “Come from the four winds, O breath!” God commands.
The prophet Elijah belonged to a people for whom the bones of the dead were considered unclean. But God interrupted this order with rebirth. So then comes our call this Pentecost. In the detritus of a world wracked by inequities and injustices, global tragedies and personal pain: listen to the scandalous susurrations of the Spirit.
Allow unseen forces to animate you. Allow yourself to be superstitious in faith about the inexplicable, to experience God where you were not taught or trained to experience God – in whom you were taught not to experience God. {And were you taught not to experience God in yourself?}
The breath of God animates even what is dirty – the remnants of death. There is the Spirit, straining and triumphing with life in the face of its absence – life where we thought life had ended. Lavish, flamboyant life. It is so queer, so universal and special and personal, that the Spirit reanimates what the world thought was dead.
The new is old. The old is new. We cannot escape life – not even in death. Thanks be to the Spirit who interrupts us, the source of all life so abundant that we could blush.
Consider:
- Where do you recognize new life coming forth from dry bones?
- What are the winds of “What now” revealing under the dust of “What is”?
- Where are movements of reclamation taking place?
- How have your people reclaimed what was once derogatory?
- How are you reclaiming what it means to be a Christian in a world where the church has too often stripped much of our color and queerness and transgressive nature down to dry bones?
- This Pentecost, as we seek to reanimate a church in need of the world and a world in need of the church, from which unexpected corners of the world are the winds of new life blowing?
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Ophelia Hu Kinney is the director of Communications of Reconciling Ministries Network. She is the child of immigrants, a sister, and a wife. She lives in Maine.
EL RETO DE PENTECOSTÉS: ¿Y ahora qué?
Ideas para el sermón
Por Ophelia Hu Kinney
Pentecostés viene inmediatamente después de «¿Y ahora qué?» –después de que Cristo fue arrebatado de este reino terrenal: primero por la violencia humana, y luego una segunda vez por su propia cuenta.
Miles de años después, todavía vivimos en «¿Y ahora qué?». ¿Y ahora qué, ahora que el Cristo es tomado de entre nosotros en forma de vidas queer, transexuales, inmigrantes y personas de color, atenuadas, acortadas, encarceladas, desaparecidas? {Nuestras vidas.} ¿Y ahora, en esta temporada mixta y ordinaria de esperanza y miedo, tanto en el presente como en lo que está por venir?
En los ligamentos entre las Escrituras de esta semana están los rumores del Espíritu de una vida nueva e inesperada. Esta semana, nos enfrentamos a la tarea de dar nueva vida a un mundo y una Iglesia que aún no han nacido y, que todavía necesitan la resurrección. Lo que necesitamos está más allá de las palabras: "gemidos indecibles" que siguen a las del Espíritu.
Existe un número creciente de estudios de investigación en el campo de la epigenética sobre cómo el trauma se transmite de generación en generación. Se ha observado que los descendientes de los sobrevivientes del Holocausto y los de la Revolución Cultural de China, por ejemplo, heredaron las heridas de sus antepasados. Pero aún puede ser que también hayamos heredado su resistencia, tácticas de sobrevivencia, coraje y más. Incluso entre los huesos secos de nuestros antepasados, el Espíritu nos llama a presenciar el surgimiento de una nueva vida, a bañarnos en una nueva vida, a ser una nueva vida. «¡Ven de los cuatro vientos, aliento!», Dios manda.
El profeta Elías pertenecía a un pueblo que consideraba los huesos de los muertos inmundos. Y, sin embargo, Dios interrumpió este orden con el renacimiento. Así como viene nuestro llamado para este Pentecostés. En los escombros de un mundo asolado por desigualdades e injusticias, tragedias globales y dolor personal: escucha los susurros escandalosos del Espíritu.
Permite que las fuerzas invisibles te animen. Date permiso para ser supersticioso o supersticiosa en la fe acerca de lo inexplicable, experimentar a Dios donde no te lo enseñaron ni se te entrenó para experimentar a Dios –en quien se te enseñó a no experimentar a Dios. {Y, ¿te enseñaron a no experimentar a Dios en ti mismo o en ti misma?}
El aliento de Dios anima incluso a lo que está sucio: los restos de la muerte. El Espíritu está esforzándose y triunfando con vida de cara a su ausencia –la vida donde pensábamos que había terminado. Vida lujosa y extravagante. Es tan extraño, tan universal, especial y personal, que el Espíritu reanima lo que el mundo pensó que estaba muerto.
Lo nuevo es viejo. Lo viejo es nuevo. No podemos escapar de la vida, ni siquiera en la muerte. Gracias al Espíritu que nos interrumpe, fuente de toda vida tan abundante que podríamos sonrojarnos.
Preguntas para considerar:
- ¿Dónde reconoces la nueva vida que surge de los huesos secos?
- ¿Cuáles son los vientos del «¿Y ahora qué?», que revelan lo que está bajo el polvo?
- ¿Dónde se están produciendo los movimientos de reclamación?
- ¿Cómo han reclamado tu gente/tus pueblos lo que alguna vez fue despectivo?
- ¿Cómo estás reclamando lo que significa ser una persona cristiana en un mundo donde la Iglesia ha despojado, con demasiada frecuencia, gran parte de nuestro color, queerness y la naturaleza quebrantada hasta los huesos secos?
- Este Pentecostés, mientras buscamos reanimar una Iglesia necesitada del mundo y un mundo necesitado de la Iglesia: ¿de cuáles rincones inesperados del mundo soplan los vientos de una nueva vida?
Ophelia Hu Kinney es hija de inmigrantes, hermana y esposa, y vive en Maine. Actualmente, se desempeña como la directora de la Red de Ministerios de Reconciliación.
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